El jueves 10 de mayo fuimos a pasear por Palma. Conocimos la leyenda del "Drac de na Coca". Recorrimos las calles por donde caminaba el dragón.
El toque de ánimas en los
campanarios de las iglesias, marcaba el final del día. Las calles quedaban
vacías, la ciudad resguardada por el cerco de sus murallas, con las puertas
atrancadas y provistas de sus centinelas.
Pero no todo era tranquilidad en
la ciudad. Desde la Portella (muralla medieval), hasta el barrio de los judíos,
la gente vivía atemorizada. Más de una noche, alguien en el interior de las
casas permanecía despierto. Eran muy pocos los que lo habían visto, pero su
testimonio fue suficiente para provocar el pánico a los vecinos.
Se decía que algunos niños habían
desaparecido de sus cunas en las casas próximas a la Portella, cuya puerta se
abría sobre el mar. El rumor se había propagado y ya se daba como seguro; por
allí había un dragón, que salido de su mundo subterráneo, apresaba a sus
víctimas al amparo de la noche.
Algunos que aseguraban haberlo
visto lo describían así; enorme y recubierto de escamas, la cola serpenteante,
reptando sobre sus cuatro patas y dispuesto a clavar sus dientes a la primera
cosa viva que se pusiera delante.
Una noche llegó a la muralla de
Ciutat Bartolomé Coach, gobernador de Alcudia, tocando al aldaba de la Portella
y, después de intercambiar santo y seña con el centinela, el caballero clavó
las espuelas a su caballo y se fue calle arriba hasta llegar a las caballerizas
de su hospedaje.
Bajó del caballo, y a pié, se
encaminó a casa de su prometida. Algo debió notar el caballero porque apresuró
el paso y se volvió más de una vez, teniendo la sensación de que alguien le
seguía.
Cuando llegó a la ventana en la
que esperaba su prometida, y sin que se le pasase el miedo, sin poder evitar
mirar a todos lados, vio con claridad unos ojos vidriosos que no paraban de
mirarle.
Alejándose unos pasos de la
ventana de la chica, comprobó que aquellos ojos eran los del dragón que le
miraba fijamente. Volvió junto a la ventana, dejó la capa colgada, desenvainó
la espada y dijo: es Drac! Avanzó calle abajo, ante el asombro de la muchacha.
El dragón abrió sus fauces y
arremetió con furia contra el caballero. Pero éste esquivando el ataque, hundió
la espada en el cuerpo del animal que, herido de muerte, soltó dos tremendos
coletazos y quedó muerto sobre las piedras de la calle.
El valiente Coch al verlo muerto,
lo llevó hasta la ventana de su enamorada ofreciéndoselo como trofeo le dijo:
Vet açí es drac: es Drac de Na Coca (mira aquí el dragón: el dragón de Coca),
feminizando su propio apellido y atribuyéndoselo a la que iba a ser su esposa.
El famosos drac, no era otra cosa
que un cocodrilo cuya presencia en Mallorca no se explica, se piensa que pudo
venir con algún barco procedente de Oriente y se debió instalar en las cloacas,
donde se alimentó y creció.
Durante mucho tiempo permaneció
embalsamado en un arcón de madera, en la casa de la familia Roselló-Miralles,
descendientes del valiente Coch. Más tarde fue cedido al Múseo Diocesano.