En Mallorca, desde antes de la conquista cristiana (1229) ya se conocían los ingenios de las fuerzas tradicionales. Los molinos de viento y los hidráulicos se localizaban por todo el territorio insular.

El primer molino de agua construido en Mallorca data del año 1845, y fue utilizado por el ingeniero holandés Bouvij en las tareas de desecación del Prado de Sant Jordi (actualmente “Pla de Sant Jordi”).
Los molinos de agua en las Illes Balears han utilizado las aguas subterráneas y de los torrentes, con toda una serie de obras destinadas al aprovechamiento. Los molinos de sangre eran comunes en los lugares de nuestras islas donde no era posible beneficiarse del agua o del viento. Desde el año 1229, los molinos de viento se destinaban, básicamente, a moler la harina. Hasta mediados del siglo XIX, habían sido las burras, los asnos y los mulos los encargados de sacar el agua de los pozos de nuestras islas, haciendo rodar las norias. Pero con la adaptación de los molinos harineros a molinos aguadores se dio un gran paso hacia un mayor aprovechamiento del viento. El año 1848 marca en la isla de Mallorca un hito en la historia del aprovechamiento del viento para el traslado del agua.
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